jueves

Exageración (Alicia Ranz)

El sueño la estaba matando, pero sabía que no podía dormirse, no hasta que pasara el efecto. Ya era casi mediodía y estaba tratando de sacar las cuentas para saber en cuanto tiempo podía dormirse. Tenía miedo de hacerlo y nunca despertarse. 
Estaban estacionados afuera de su casa, hacía calor, y Alicia se sentía sofocada gracias al calor que hacia dentro del auto. Simón estaba plácidamente dormido desde las 3 de la mañana apoyado contra la ventanilla. No había muchos sonidos más que un par de perros ladrando a lo lejos y el viento. Alicia tenía las manos fuertemente agarradas en el volante y miraba fijamente para adelante. Miró a Simón que de a poco se iba despertando.
—Se supone que te ibas a quedar despierto conmigo —le recriminó con una sonrisa calmada entre susurros para que no la escuche.
No quería entrar a su casa, no quería dormir y sentía un horrible dolor en el estomago que parecía difundirse por todo su pecho; con cada aspiración sentía que se quedaba más dormida, pero no podía. En ese  instante comenzó a arrepentirse por haber escuchado a Mía, siempre le pasaba lo mismo y ahora se sentía peor, porque todavía le guardaba resentimiento por lo que hizo. Simón abrió los ojos y la miro.
—Mía y sus pastillas. Sos una idiota cariño—,  le dijo él como si supiera exactamente por lo que ella estaba pasando.—Alicia, dormí, yo te cuido—.
—Lo mismo me dijiste a las 2 de la mañana, y mira como estoy—.
—No es mi culpa que hagas todas las idioteces que te dice—.
—Bueno Simón, si ahora me duermo y me muero, vos y nadie más que vos te vas a sentir responsable, te va a carcomer la cabeza el resto de tu vida y cuando tengas hijos les vas a decir que no tomen drogas y le vas a contar la historia de cómo tu novia de la adolescencia se murió así—.
—Sos tan exagerada que…— , él se estiro desde el asiento de pasajero y la beso rápidamente.
—Te aprovechas de mí porque estoy así; toda intoxicada, por morirme y vos solamente... vivís caliente Simón—. él puso los ojos en blanco y miró por la ventana con cara de ofendido.
—Te pones paranoica por todo, no voy a salir más a fiestas con vos—.
De la nada los dos escucharon un ruido que provenía de la casa de Alicia, se dieron vuelta y vieron una silueta delgada.
—¿Lola?—, exclamaron ambos sorprendidos.
Ella paso por al lado del auto y Simón bajo y la saludo, Alicia miraba todo desde adentro. No se escuchaba mucho por el ruido, pero pudo notar por la cara de Lola que no estaba bien. Al instante Lola comenzó a llorar, y Alicia, casi instintivamente bajo también y la abrazo.
—Alicia, perdón, de verdad perdón, yo sé que no se hace… pero, tenés que entender— Lola balbuceaba entre lagrimas tratando de explicar.
—¿Qué hiciste?—, le pregunto Alicia con los ojos bien abiertos.
—Estuve con Paco—.  Alicia quedo muda, inspiro y pregunto calmada pero seria
 ¿En qué sentido Lola?— peguntó, otra vez, pero ahora enojada.
—En el sentido que nunca estuve con nadie…— logro decir Lola con lágrimas en los ojos otra vez.  
Simón miraba perplejo la situación
— ¿Sos virgen… eras virgen?, no lo puedo creer man—, exclamó desubicadamente.
Alicia se metió en el auto, lo arranco y se fue.

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