jueves

One way or another (Noah Madero)

—Entonces ¿Querés o no?—preguntó la voz femenina del otro lado del teléfono. Noah se distrajo mirando a Mía, que dormía apoyada en su pecho, —Noah, ¿me escuchas?—insistió la voz.
— ¿Qué…? Ah, no, no puedo Magda, chau—. Y cortó.
Noah siguió mirando a Mía. Era tan chiquita y tan indefensa dormida… Noah imagino cómo sería, por lo menso una vez, ver a Mía sin su usual escudo protector, sin su frialdad. La verdadera Mía.
Miró para abajo y vio que ella había abierto un ojo y lo miraba con expresión confusa. Soltó una carcajada y volvió a cerrar el ojo.
— ¿De qué te reis locura?—preguntó con curiosidad, pero mía se limitó a reír más fuerte.
—De vos—, soltó con vos ronca—y de nuestra situación actual. ¿Cómo fue que te dije el otro día… respiremos juntos?— y volvió a reír, pero esta vez Noah se le unió.
— ¿Qué tiene de malo?—preguntó este.
— ¿Qué qué tiene de malo?—le recrimino con tono serio—Que fue lo más pegajoso que dije alguna vez. Y no te acostumbres, esa fue la primera única y última vez que me escuchas decir algo tan meloso. ¿Capishe?—Noah salto una carcajada al ver el intento fallido de Mía de tratar de parecer una mafiosa italiana.
 Mía curvo una perfecta ceja rojiza y le gruño. Noah asintió y soltó un ‘no me mate señorita Grace’ con cara de susto, para luego ambos estallar en risas.
Estuvieron así varios minutos, los cuales a Noah el parecieron horas. Hacía mucho tiempo que no la pasaba tan bien, y mucho menos con Mía. En los últimos meses, todo había estado dado vuelta. El había complicado todo cuando estuvo con Magda, la cual termino enamorándose. Mía y el peleados, y a su vez, ella empezando a sentir cosas por Simón, el mejor amigo de ambos. Simón, empezando por fin su relación con Alicia; Tadeo, bueno, Tadeo estaba solo, y era lo mejor para todos que siga así, ya tiene demasiado con su vida. Tadeo había dejado de ser lo que era antes para Noah, últimamente sentía que no lo conocía en absoluto. Y por último, Lola. Lola era, en cierta forma, la más especial, y por más que ahora tenga a Jonas, estaba volviendo a tener problemas alimenticios, y eso preocupaba a todo el grupo. Pero a pesar de todo, las cosas tomaban su curso y mejoraban.
—Estas muy callado Madero, ¿en qué pensás?—preguntó Mía con los ojos cerrados, otra vez apoyada en su pecho.
—En nosotros. No en nosotros dos, en el grupo en general, y en como las cosas, de a poco, toman su curso, y de alguna manera u otra, mejoran—respondió mientras le acariciaba el pelo.

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