La vio alejarse corriendo y grito de impotencia. ¿Por qué siempre todo de tenia que complicar? No sabía que mas hacer, era siempre igual, un bien y un trillón mal. Realmente estaba cansado, eran demasiadas complicaciones para un solo día. Ella, la banda, el divorcio de sus padres, los exámenes finales.
Pero ella; ella era su preocupación más grande. La había perdido, otra vez. La historia se repetía una y otra vez. Estaban destinados a vivir en el deja va contante de mentes caprichosas. Le daba vuelta la cabeza, sentía como de apoco todo se desmoronaba, sentía la lluvia en su cara, sentía todo y a la vez nada.
No quería caminar, no quería sentarse, no quería nada más que saltar en el tiempo y evitar la tormenta cual calma había sentido hasta hacia unos minutos. Era la peor parte, siempre la tormenta era la peor parte, ‘depende de la exposición que el des al lente’ se diecia siempre a sí mismo, pero en este momento el lente estaba roto, se había partido y desfiguraba la imagen, creando sombras y misterios que prefería dejar en la oscuridad.
No quería mas nada, no quería tener nada que ver con el divorcio de sus padres, ni con los problemas de anorexia de Lola, ni de los trastornos de Simón, ni la locura diaria de Mía, ni los problemas de Tadeo, ni de Alicia; siempre era el apoyo de los demás, pero ¿A él?, ¿A él quien lo apoyaba?
Estaba parado en medio de la calle debatiendo con el mismo que hacer, si dejar de sentir, o simplemente, sentirlo todo.
Sintió fallar las piernas seguido del cemento en sus rodillas. Sintió como las lagrimas salían de sus ojos y se camuflaban con la lluvia. Poco a poco, su cabeza se aclaraba, y sus ideas se ordenaba, poco a poco, se levanto, poco a poco, hizo mover sus pies, uno atrás del otro, cada vez con más velocidad, poco a poco, sintió de nuevo.
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