jueves

Vicodín (pt.1. Mía Grace)

El alcohol le quemaba la garganta y la música le perforaba los tímpanos. Hacía rato que había perdido de vista a Simón y no sabía donde estaba. Las luces de colores la hacían sonreír y las manos que tocaban su cuerpo hacían que su excitación creciera. No entendía dónde estaba ni mucho menso como había llegado, pero sí sabía que buscaba a alguien. Comenzó a desesperarse.
Comenzó a caminar entre los cuerpos que se contorsionaban, pero no lograba avanzar mucho y se desesperaba todavía más. Comenzó a faltarle el aire y sentía como su corazón se aceleraba cada vez más. Empezó a empujar con ambas manos cuando alguien al tomó por la cintura, pero no puedo, la persona la sujetaba firmemente. Logro distinguir que era un hombre, pero no llegó a reconocerle la cara, aunque claro está que en ese estado difícilmente se reconocería a ella misma.
El hombre la levanto en el aire y la cargo en su hombro. Mía se había cansado de forcejear, por lo que no lo apartó más y espero a que el hombre terminara de caminar y la dejara en el piso.
Minutos después, cuando se habían alejado de la multitud, el hombre la dejo en el pasto, pero ella perdió el equilibrio y cayó al pasto.
‘Mía, por dios!’ gritó el hombre desesperadamente. Muy en el fondo, Mía sabía que lo conocía de algún lado, su voz le sonaba tan familiar que le daban ganas de llorar. Su voz era igual a la de Noah, y sus manos, que ahora sostenían su cara para que no tocara el piso, eran grandes como las de noah. Pero no era Noah, no podía ser él. ‘Mía, me escuchas?’ seguía gritando el hombre mientras la sacudía ‘Mía que tomaste?’ preguntó. Pero Mía no hacía más que llorar desconsoladamente.  Hizo memoria, y logro recordar esa tarde, cuando había encontrado una caja con las pastillas de su tío, las que había usado para calmar el dolor una pierna quebrada. Vicodín se llamaban.
‘V…vico…vicodín’ logro decir entre sollozos.

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